Grupo de Senderismo del SUC.
Asociación federada a la Federación Cántabra de Montañismo y Escalada
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Nota.

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domingo, 4 de abril de 2010

Circuito: LOS LLARES - SIERRA DE LA RASÍA - SAN VICENTE DE LEÓN - LOS LLARES

Sábado, 3 de abril de 2010.

Esta marcha surgía de la curiosidad de conocer, desde dentro, la cuenca del río Los Llares, afluente del Besaya. Y ha sido todo un descubrimiento, tanto del fondo de la cuenca, el cauce del río, con su sonoridad, como de su vertientes, la izquierda abrupta y descarnada, jalonada de barrancos que caen desde La Manzana, Cacedío y El Praón, tales como Agualrayo, La Pandía, Peñas Negras y Las Cuestas, y la derecha, más umbrosa, con La Canal del Infierno, Jaces, Joyancón, Cuchicheos, El Bustaro, Las Cuestas del Gato y Las Bárcenas. Y, a medida que se coge altura, el reconocimiento, una a una, de las cumbres que, por el Norte y el Sur, la rodean: Cuetu del Agua, Picu del Cuervo, Cuetu Brenes, Venta de Tordías, Alto del Moral, Las Ventosas, Picu Obios, Alto de la Rasía, Cuetu Navajos...

Nuestra marcha consta de tres partes bien diferenciadas. Al principio se desarrolla por la margen derecha, según baja el río, siguiendo una pista, de suave pendiente, que parte al final del pueblo de Los Llares y que se prolonga durante algo más de cuatro kilómetros. A partir de ahí, el panorama cambia.  Duras rampas de suelo pedregoso, muy molesto para caminar, alternando con cortos descansos, todo ello por bosque, nos hacen coger altura rápidamente y cambiar de paisaje, pasando del bosque de robles y hayas a zonas de matorral y, sobre todo, acebales. A destacar algunos ejemplares de acebo de dimensiones que ninguno habíamos visto antes. Y, después de cruzar la Canal del Infierno, por fin, nos movemos por zona completamente abierta, bordeando el acebal, y seguimos con la ascensión, para ponernos al pie del Alto de La Rasía y acercarnos a la falda del Cuetu Navajos. En total, hemos pasado de 250 a 950 mts. de altitud. Atrás hemos dejado barrancos, robles y acebales, los restos de un chozu de pastor, y la Cabaña del Marqués, bien escondida entre acebos, al pie de una pequeña braña.

En la falda de La Rasía comemos y comenzamos el descenso, en dirección a la Llana La Puente y la fuente de La Marrubia, donde cogemos la pista que baja hasta San Vicente de León. Llegados a este pueblo, buscamos una cambera que parte por debajo de la iglesia y cementerio, y que, a través de la mies, va descendiendo hasta las proximidades del río, para buscar una pasarela peonil que nos pone, nuevamente, en Los Llares. La cambera, en un momento, se termina y hay que buscar el puente, pasando por los prados, en dirección izquierda.

En total, el recorrido es de unos 16 kms.

Esta es la localización de la cuenca Los Llares

 Y este el esquema de nuestro recorrido


 Aparcamiento a la entrada al pueblo de Los Llares

Vamos en busca de la pista que parte a la izquierda de la carretera

Nada más dejar el pueblo, cruzamos un puente, quedando el río, a partir de ahora, a nuestra derecha

 Seguimos de frente, desechando la desviación a la derecha

 Pasamos una portilla canadiense

 Con una bonita mañana, disfrutamos de la parte más apacible del recorrido


 A contraluz, el agua multiplica los destellos

 El mismo nombre del lugar nos indica que aquí se termina lo apacible (aunque no hemos andado tanto)

 Las imágenes lo dicen todo


Algunas tienen mucho mérito

 El que se ve junto a Luis es el acebo más grande nunca visto por nosotros

 Restos de un chozu de pastor

 Vadeando el arroyo, al fondo de la Canal del Infierno

 Salimos a campo abierto, bordeando el acebal

 Y alcanzamos mejores y más amplias vistas: La Concilla y el Alto Campóo

 El Picu Obios y su airosa caseta

El Alto de La Rasía

Y ¡cómo no! La Capía o Picu Dobra

Desde la falda del Cuetu Navajos, estudiamos la bajada (la caseta está abierta, pero no tiene ni donde sentarse)

En la fuente La Marrubia cogemos la pista que nos llevará hasta San Vicente de León

La Cambera, en san Vicente, parte por debajo de la iglesia (la cortinilla del objetivo nos jugó una mala pasada)

Los Llares al alcance de la mano, a través de los floridos cerezos

Cruzamos la vieja pasarela


Y, agradecidos, nos despedimos del río.